Publicado el 11 Octubre 2022 por
Y es que en la ciudad, la proximidad con la guerra marcó a los vecinos, dejó anécdotas imborrables y un doloroso recuerdo de quienes no vieron regresar a sus amigos, vecinos y familiares.
La organización en Río Gallegos era con Jefes de Manzana, que después de las 17:00 realizaban vigilancia, mientras que en las casas se debían tapar con frazadas todas las ventanas para que no se logren ver luces desde el interior de las viviendas y evitar así cualquier intento de bombardeo. En las escuelas se practicaban diariamente los planes de evacuación, de manera inesperada sonaba la campana y muchos recuerdan los minutos debajo de los bancos esperando la orden para salir.
La ciudad cambió por meses su ritmo de vida, que sería recordado cada 2 de abril. El día que a las 20:00 hubo una alarma roja, el caos fue generalizado. Todos se preparaban para lo peor: un bombardeo. Inmediatamente los jefes de manzana en distintos puntos de la ciudad se reunieron y la confirmación de la alerta generó una inmensa conmoción. Minutos después, se desestimó la amenaza de ataque.
Quizás una de las historias más recordadas en Río Gallegos, es la de José Ortega. Con 19 años el soldado riogalleguense partió a las Islas Malvinas de donde nunca retornó. Se trata del único soldado de la ciudad caído en Malvinas. Su cuerpo sin ser identificado se encuentra enterrado en el Cementerio de Darwin.
Su madre, Sonia de Ortega, reclama junto a otros familiares de soldados caídos en las islas hace 30 años, la realización de estudios de ADN para poder colocar nombre y apellido a los cuerpos que hoy sólo figuran en Darwin como “Soldado sólo conocido por Dios”.
Fuente: https://fdra-malvinas.blogspot.com/
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