• Ataque comando en la Isla Borbón


    El 15 de mayo de 1982, efectivos del SAS llevaron a cabo un golpe comando al norte del archipiélago,

Publicado el 07 Noviembre 2021  por


El 15 de mayo de 1982, efectivos del SAS llevaron a cabo un golpe comando al norte del archipiélago, que en mucho rememoró las arriesgadas misiones en África durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente las acciones de Sirte, Agheila y Agedabia1.

La isla Borbón2, próxima a Bahía Elefante Marino, es la cuarta en tamaño después de Soledad, Gran Malvinas y Weddell; posee 8800 hectáreas de extensión y se encuentra a escasos kilómetros de la segunda.

Poblada por diferentes especies de aves y una importante colonia de pingüinos, se alzan en ella un pequeño caserío de 25 personas, sin contar las granjas dispersas dedicadas a la cría de ovejas. Fuera de ello, lo más destacable es su rudimentario aeródromo, en realidad dos pistas de tierra entrecruzadas y una caseta, utilizado hasta ese momento por las pequeñas aeronaves del servicio interisleño dedicadas principalmente, al servicio de provisión y mensajería.

Las fuerzas de ocupación argentinas establecieron en ella la mencionada Estación Aeronaval  

“Calderón”, concebida como base auxiliar de aviones ligeros asignados al componente naval del Teatro de Operaciones. Se encontraba al mando del teniente de navío Ricardo Daniel Merega, jefe de la Compañía H del BIM3 y desde el 29 de abril era asiento de cuatro Aermacchi MB-339A de entrenamiento avanzado pertenecientes a la 1º Escuadrilla de Ataque e igual número de Mentor T-34C de entrenamiento básico de la 4º Escuadrilla de Ataque, transferidos desde Puerto Argentino cuando las autoridades del COAN (Comando de Aviación Naval) la declararon operativa.

El 30 de abril fue destinado a su dotación el Short SC-7 Skyvan 3M matrícula PA-50 de la Prefectura Naval que, procedente de Río Grande, hizo una escala previa en Puerto Argentino, hasta donde voló escoltado por un King Air 4-G-44 de la Aviación Naval.

El aparato en cuestión, aterrizó en Malvinas a las 10.50 y después de cargar combustible, partió hacia su destino final en la isla Borbón, llevando a bordo personal de la Armada destinado al mantenimiento de las aeronaves y al funcionamiento de la torre de control. Con ellos viajó medio centenar de efectivos de la Compañía H del Batallón de Infantería 3, con su respectivo armamento y equipo3.

Los nueve aviones mencionados llevaron a cabo misiones de reconocimiento armado, búsqueda, rescate e incluso se contemplaron ataques ligeros a blancos de ocasión que nunca se produjeron aunque, según hemos visto, en una oportunidad los Mentor llegaron a enfrentarse a los Sea Harrier.

Poco es lo que se puede agregar respecto a la Estación Aeronaval “Calderón” salvo la llegada de los IA-58 Pucará el 1 de mayo, después de los bombardeos enemigos al aeródromo de Prado del Ganso.

A las 04.44 hs aquella agitada jornada, habiéndose llevado a cabo los primeros bombardeos, el alto mando del TOAS decidió desplegar al Escuadrón Aeromóvil Pucará hacia la isla Borbón, a efectos de dispersar y poner a resguardo el material aéreo. En la oportunidad, el aparato matrícula A-529 del teniente Russo aterrizó y quedó varado, después de dañar su tren delantero al despegar. Con él, llegaron los tenientes Címbaro y Morales (10.30), después de aquel accidentado vuelo posterior al ataque de los Sea Harrier, que los mantuvo en el aire por espacio de tres horas y a las 12.00 hs. del mismo día, hizo lo propio el Pucará matrícula A-520 del capitán Benítez, que al encontrar la pista congestionada, emprendió el regreso a Prado del Ganso.

A las 13.00, Benítez y su numeral, el teniente Hernández (avión matrícula A-552), volvieron a despegar en un vuelo de reconocimiento ofensivo y aterrizando en “Calderón” a las 14.20.

Les siguieron media hora después, los tenientes Giménez y Calderón en los aviones matrícula A-517 y A-509 respectivamente, quienes debieron abortar la operación de aterrizaje en antes de alcanzar el aeródromo de Borbón y retornaron al istmo de Darwin.

A las 18.30 llegaron los tenientes Furios y Morales, con sus aparatos matrícula A-556 y A-502, quienes tampoco pudieron descender. Vale recordar que los vuelos entre Prado del Ganso y la Isla Borbón duraban entre una hora veinte y una hora treinta minutos debido porque los tres aeródromos estaban en permanente estado de “alerta roja”, lo que obligaba a los pilotos a orbitar a baja altura hasta que la misma finalizase.

Al día siguiente, el escuadrón de aviones Pucará recibió la orden de regresar a Prado del Ganso por lo que a las 09.00 decoló el teniente Furios aterrizando media hora más tarde, seguido a las 10:30 por el capitán Benítez, los tenientes Címbaro y Morales, quienes regresaron juntos en el aparato matrícula A-509, el teniente Hernández y el teniente Russo.


El 10 de mayo se encontraban desplegados en la isla Borbón varios IA-58 Pucará, Aermacchis y Mentor junto al Skyvan de la Prefectura Naval.

Los británicos necesitaban neutralizar esa amenaza para evitar cualquier acción sobre las fuerzas de desembarco, incluyendo el pequeño radar dentro de cuyo alcance quedaba comprendido Puerto San Carlos. En ese sentido, prepararon un golpe comando a la estación, el cual se inició la noche del 11 al 12 de mayo, cuando ocho efectivos del SAS llegaron en helicóptero a la cercana isla Keppel4, donde permanecieron hasta el día siguiente en espera de efectuar el cruce. Su misión era hallar al enemigo, estudiar sus movimientos, detectar el radar y ubicar los depósitos de armas y los tambores de combustible para aviones.

El 13 de mayo por la noche, esos efectivos abordaron varios kayaks y remando sobre un mar ondulante, cruzaron a la isla Borbón, desembarcando en la costa oeste. Una vez allí, escondieron los botes en una hondonada y despacharon una avanzada de cuatro hombres para establecer un puesto de observación (PO) en cercanías de la base. Los observadores eligieron una colina de 300 metros de altura al noroeste del objetivo, denominada First Mount Hill, donde montaron un pequeño campamento y comenzaron a estudiar los movimientos del enemigo.

El día 14, bajo una persistente llovizna, el grupo de avanzada envió un mensaje radial al “Hermes” informando sobre la presencia del personal en la base, la cantidad de aeronaves allí estacionadas y los puntos a atacar. Finalizada la transmisión, se desplazaron varios metros del puesto de observación y procedieron a balizar un sector del terreno destinado al aterrizaje de los helicópteros que traerían a los cuarenta y cinco efectivos del Escuadrón D 22. Con ellos venía un observador de artillería naval, el capitán Chris Brown, de la 148 Batería del Regimiento 29 de Comandos de la Royal Marine, quien ya había participado en la captura de Grytviken.

En la madrugada del 15 de mayo, dos Sea King HC4 partieron de las cubiertas del portaaviones y en vuelo nocturno, se dirigieron a la isla Borbón.

Pese a que había luna llena, los pilotos debieron utilizar visores nocturnos para orientarse, dado los peligros que representaba desplazarse sobre el mar en esas condiciones y de ese modo alcanzaron el punto preestablecido. Antes de que las máquinas tocaran tierra, Brown saltó al exterior y detrás suyo hicieron lo propio los SAS, dividiéndose en dos grupos, el primero destinado a dar cobertura con un ataque de apoyo e iluminación por medio de bengalas y el segundo para efectuar el asalto, sabotear las aeronaves y volar los depósitos.

Los comandos emprendieron una larga caminata nocturna por una zona completamente descampada, llevando consigo morteros de 81mm desarmados, ametralladoras livianas de 7.62 y fusiles automáticos M-16 de 5.56 mm. Cuando llegaron a la posición señalada, procedieron a armar las piezas de grueso calibre y se dispusieron a esperar mientras el equipo de asalto, al mando del capitán John Hamilton, el mismo que había llevado a cabo la audaz incursión sobre Grytviken, echaba a correr hacia el objetivo.

En ese mismo momento, el HMS “Glamorgan” inició un cañoneo de apoyo y distracción sobre las posiciones argentinas, disparando sus piezas de 114 y 20 mm.

En su avance, el grupo de asalto se subdividió en dos secciones, la primera, compuesta por los especialistas en demolición, se aproximó a las aeronaves en tanto la segunda tomaba posiciones para cercar la estación e impedir el accionar de sus defensores. A esa altura, el contacto con los pobladores locales acordado al planificarse la misión había sido completamente descartado ya que al momento de evaluar la posibilidad se temió que el mismo pudiera implicar riesgos y comprometer el factor sorpresa.

Los comandos británicos se movieron con soltura y libertad, sin ser detectados y en esas condiciones llegaron hasta los aviones. Trabajando a toda prisa, colocaron las cargas de trotyl debidamente envueltas en fundas de malla negra, adosándolas con un imán que las sujetaba al objetivo. Fue entonces que la sección de cobertura abrió fuego con sus morteros y ametralladoras, permitiendo a sus compañeros completar el trabajo.

Los argentinos ganaron el exterior disparando en todas direcciones mientras los incursores escapaban a toda velocidad.

A las 04.20 hs, los SAS se alejaron presurosamente de la zona y diez minutos después hicieron detonar las cargas. Sin embargo, antes de que pudiesen abandonar el perímetro defensivo, los efectivos de la Compañía H accionaron las minas con las que habían cercado a la base, hiriendo a dos de ellos, quienes debieron ser retirados con ayuda de sus compañeros.

Los Sea King aguardaban con sus rotores en marcha cuando los comandos llegaron a la carrera. Una vez allí, cargaron a los heridos, saltaron a bordo y se elevaron, dejando en tierra buena parte de su equipo, en especial los morteros de 81 mm, cohetes portátiles NK de 66 mm, las ametralladoras MAG, bengalas de mano de 40 mm, detonadores plásticos y armas livianas, hallados e incautados al día siguiente por una patrulla de exploración de la Compañía de Comandos 6015.

Los comandos argentinos efectuaron recorridas de exploración y poco después dieron con rastros de sangre dejados por los heridos en su retirada.

Aquella fría noche de luna llena y cielo despejado, los británicos concretaron un brillante golpe sorpresa, destruyendo once de los quince aparatos desplegados en la isla, a saberse, 6 Pucará, 4 Mentors y el Skyvan de la Prefectura Naval, además del radar, el depósito de municiones y los tambores de combustible.

De ese modo, la incursión organizada por el general Julian Thompson, el comodoro Mike Clapp y los comandantes del SAS y el SBS logró neutralizar la amenaza que representaba la Estación Aeronaval “Calderón” para el inminente desembarco anfibio y despejar de presencia enemiga su retaguardia.








Notas
1 El operativo se llevó a cabo en el mes de diciembre de 1941 y en la oportunidad, tropas de élite infiltradas destruyeron en las mencionadas bases , 61 aviones y 33 vehículos alemanes.
2 Peeble para los británicos.
3 Muchos de ellos conscriptos clase 63 armados con fusiles FAL, que fueron asignados al dispositivo de defensa de la base.
4 Isla Vigía en la cartografía argentina.
5 Llegaron pocas horas después de la incursión enemiga, al mando el jefe de la compañía, mayor Mario Castagneto, a bordo de un helicóptero Chinook de la Fuerza Aérea Argentina (ver capítulo 44 “La Compañía de Comandos 601”).


Fuente: Malvinas. Guerra en el Atlántico Sur
Autor: Alberto N. Manfredi (h)

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