• Anexo V. Motivos de la recuperación argentina


    Causas y objetivos de la recuperación argentina a los archipiélagos australes

Publicado el 20 Agosto 2021  por


Desde la finalización del conflicto en el Atlántico Sur se viene hablado con extremada ligereza de los motivos que llevaron a la Junta Militar a invadir los archipiélagos australes.

La versión más común, la que suelen repetir los legos, la que se viene barajando desde el final de la guerra en publicaciones, estudios, artículos periodísticos y programas especiales es la del desvío de la atención, aquella según la cual el gobierno de facto recurrió a ese ardid para distraer a la población de problemas mucho más graves como la crisis económica y el terrorismo de Estado.

Que el argentino medio, el hombre común, tome algo tan básico como cierto, que una sociedad tan ignorante se aferre a muletilla tan endeble no nos debe extrañar, mucho menos quitarnos el sueño, pero que personas que se precian de entendidos recurran a ella con tanto apresuramiento muestra a las claras cuanto se improvisa y elucubra en materia de historia.

Los militares no necesitaban una guerra para “distraer” al pueblo. Que eso quede para los ingenuos. Los motivos que llevaron a esa acción fueron mucho más complejos, extremos y enmarañados.

El control de Malvinas y las Antillas meridionales le daba a la Argentina el dominio de un vasto espacio oceánico con sus inagotables recursos energéticos y económicos amén de una inmejorable posición que le permitiría fijar nuevos límites en su Plataforma Continental y ejercer soberanía en aguas, lecho y subsuelo marítimo más allá de las 200 millas náuticas. En el mismo sentido, reafirmaría sus derechos de administración, explotación y usufructo de las riquezas allí existentes, ejerciendo al mismo tiempo un poder disuasorio contra la pesca indiscriminada o cualquier otra presencia foránea fortaleciendo al mismo tiempo su mentada proyección antártica.

Como se ha dicho en otras partes de este trabajo, las acciones en el sur no comenzaron en 1982 sino en 1976, cuando el Proceso de Reorganización Nacional ocupó las islas Sandwich y levantó una base científica dependiente de la Armada. Fue el primer paso en su escalada expansionista que se potenciaría al año siguiente con el rechazo del laudo arbitral que le otorgó a Chile todo el Canal de Beagle y una amplia proyección de 200 millas náuticas al sudeste del Estrecho de Magallanes, un área inmensa, de incalculable valor geopolítico que le devolvía al país trasandino la bioceanidad perdida en 1881 y vigorizaba su presencia en el continente blanco.

Declarar “insanablemente nulo” el fallo de un tribunal internacional escogido de común acuerdo con la contraparte porque el simple hecho de que el mismo resultó adverso constituyó una aberración jurídica sin precedentes en la historia del derecho internacional y colocó a la Argentina en situación de país agresor. El régimen castrense inició inmediatamente los aprestos y el 22 de diciembre de 1978 lanzó la invasión, detenida a último momento gracias a la mediación papal y la intervención estadounidense, solicitadas con desesperación por el régimen militar de Santiago1.

La cuestión pasó a stand-by, tuvo sus altibajos en los años siguientes y terminó dirimiéndose en 1984 con la entrega por parte de Chile de una parte navegable del Canal que la Argentina no poseía, islas al sur de Tierra del Fuego que por el artículo 3º del Tratado de Límites de 1881 –aquel por la cual la nación araucana cedió el control de la Patagonia Oriental-, no podía tener y el inmenso espacio marítimo de 200 millas al este del Beagle que lo colocaba nuevamente en el Atlántico2.

La política expansionista argentina se ve reflejada en las intervenciones armadas que llevó a cabo en Bolivia y Centroamérica entre 1979 y 1983, hacia donde envió tropas, asesores militares y armamento para derrocar gobiernos, desestabilizar regímenes de izquierda, afianzar dictaduras y reprimir los movimientos subversivos que amenazaban la región3.

Malvinas y Georgias fueron el punto cúlmine de aquella estrategia. Con su ocupación, Buenos Aires lograba el control absoluto de la plataforma marítima austral y una vasta zona pesquera, minera y petrolera, con la cual fortalecería su posición como nación hegemónica en esa parte del mundo.

Desde el punto de vista económico, reforzaría su presencia en el sector, dominando un área de notable valor ictícola con sus correspondientes pesquerías de merluza, bacalao y krill, inagotable fuente de alimentos y proteínas codiciada por flotas de diversa procedencia. Para más, ya por aquel entonces se tenían indicios de que el mar Argentino y sus adyacencias albergaban ingentes reservas de petróleo, cuencas de hidrocarburos e importantes yacimientos minerales cuyo control proyectaría a quien lo ejerciese a niveles de potencia emergente.

En su artículo “Argentine Policy Motivations in the Falklands War and the Aftermath”, Marshall Van Stant Hall, alto oficial de la armada estadounidense e historiador militar de renombre, explica claramente los lineamientos de aquella estrategia, sus causas y objetivos.

¿Cuáles serán las secuelas de la guerra de las Malvinas? Para responder a esta pregunta, se necesita una perspectiva que aun se sigue esperando.

Como norteamericanos, hemos visto la guerra desde el "norte" en un contexto este-oeste. Sin embargo, como miembros de la comunidad del hemisferio occidental, nos corresponde considerarla la Guerra de las Islas Malvinas.

La mayor parte de la literatura bélica británica sugiere que el gobierno argentino usó la invasión para desviar la atención pública de la represión política y el empeoramiento de los problemas económicos del país. Pero después de la guerra, el general Galtieri afirmó que los problemas socioeconómicos no eran el motivo: "... meterse en eso [las Malvinas ] es más difícil para mí y para el país que afrontar esos problemas ".

Si la invasión fue un acto deliberado de política o ad hoc, depende en gran medida de las percepciones de los objetivos de guerra argentinos. Lo más contundente en cuando a una declaración de guerra objetiva de un alto funcionario fue hecha por Nicanor Costa Méndez, ministro de Relaciones Exteriores, en la televisión argentina, el 15 de abril de 1982. Dijo: "El significado de la presencia argentina en las islas es que la Argentina controla un área en el Atlántico Sur, política y económicamente" .

Al ubicar las Malvinas y Georgia del Sur dentro del entorno Atlántico Sur, el Sr. Costa Méndez enfatizó un contexto geopolítico. La jurisdicción argentina sobre las islas y su zona marítima de 200 millas náuticas tiene dos aplicaciones importantes en este contexto:

-Argentina habría aumentado el tamaño de su mar patrimonial o histórico y por tanto su control sobre la zona pesquera y los recursos minerales de los fondos marinos.

-Argentina habría estabilizado su frontera marítima sur en un sentido estratégico. Las islas habrían merecido opiniones diplomáticas y militares más amplias.

El mar en torno a las Malvinas y Georgias del Sur contiene pesquerías importantes, aunque la merluza y el bacalao del Atlántico han sido sobreexplotados y requieren conservación. La especie marina más abundante de la zona en el pequeño krill parecido al camarón que tiene un potencial económico considerable. Durante la última década, los soviéticos, japoneses y europeos del este, entre otras naciones pesqueras, han estado cada vez más activos en la captura de krill alrededor de las Malvinas4.


Francisco Bendala Ayuso, Manuel Martín Anguera y Santiago Pérez-Seoane Álvarez de Toledo coinciden con ese enfoque. En su trabajo La campaña de las Malvinas efectúan un análisis similar sobre el valor geoestratégico que tienen los archipiélagos, su potencial económico y su proyección antártica.

Desde su punto de vista, la posición de las islas ofrecía dos grandes ventajas: su situación con respecto a ambos continentes (americano y antártico) y su papel como puente o nexo entre ellos. Un posible cierre del Canal de Panamá haría de Malvinas la llave y puesto de control entre los océanos Atlántico y Pacífico, tal como había sucedido hasta la primera mitad del siglo XX y debido a su proximidad con la Antártida, constituían la única plataforma que los británicos tenían para futuras reclamaciones, además de una base para sus vuelos transantárticos en dirección a las naciones del Commonwealth situadas más allá del Polo Sur, en Oceanía y el Extremo Oriente5.

Con respecto a la valoración económica del sector sudatlántico, los autores españoles sostienen lo siguiente:

Tradicionalmente, el Atlántico Sur fue escenario de captura de mamíferos marinos, focas y ballenas, que rindieron colosales ganancias hasta mediados de este siglo.

Hoy día la atención se dirige hacia tres recursos principales:

-La fauna oceánica: pesca, algas y, especialmente, el krill.

-Los minerales del fondo marino y del continente, principalmente los hidrocarburos y los metales.

-El hielo.

La plataforma continental argentina ofrecen excelentes posibilidades pesqueras. En ella habitan del orden de 300 especies de peces y 1.500 de invertebrados, de las que solo se explotan 45 de peces y 12 de invertebrados. La captura posible sería de 2,7 millones de toneladas anuales, mientras que en la actualidad solo se extraen 400.000 toneladas. Países como Rusia, Polonia, Alemania Oriental y Rumania, han efectuado pesca selectiva en la zona dejando ciertos síntomas de depredación.

Las algas constituyen la vida vegetal en el mar. Se utilizan para la formación de alimentos y obtención de geles y fertilizantes. Con 1.000 toneladas anuales, la Argentina ocupa el cuarto mundial en la producción mundial, estimándose posible la obtención de 200.000 toneladas anuales.

El krill es un crustáceo con aspecto de pequeño camarón, de unos 3 cm de longitud. Constituye una de las mayores fuentes de proteínas que la naturaleza ofrece. Es uno de los principales recursos naturales con posibilidad de ser explotado a corto plazo y sin peligro de extinción.

Se estima entre 40 y 50 millones de toneladas la posibilidad de pesca sin peligro de desequilibrio  para el ecosistema. El método más usado para calcular la captura potencial sostenible de krill en los mares antárticos se basa en el consumo que de él hacía la hoy disminuida población de ballenas. La gran disminución que éstas han experimentado deja un excedente  con consumido por ningún otro grupo de animales que podría basar una industria pesquera de krill6.


De acuerdo con ese enfoque, el área que ocupa el archipiélago malvinense ofrece amplias posibilidades en cuanto a concentración de recursos y proximidad a sitios poblados, facilitando su almacenamiento y explotación. En cuanto a la extracción de petróleo, se estimaba entonces que en pocos años el 40% de su producción mundial será obtenida más allá de las costas, tal como viene aconteciendo. En ese sentido, se han obtenido muestras de agua marina que revelan la presencia de hidrocarburos, tanto al occidente de Tierra del Fuego como en inmediaciones de las costas antárticas, lo que eleva su valor como zona productiva y reservorio.

El mar constituye también una importante fuente de minerales. Al sudeste de Malvinas se encuentra uno de los mayores yacimientos de manganeso, hierro, cobalto, níquel y cobre y se tenían indicios de la presencia de oro, plata, hierro, cobre, cobalto, níquel y molibdeno. Por otra parte, el hielo antártico constituye la mayor reserva mundial de agua potable y eso llevó a pensar en el transporte y desplazamiento de grandes témpanos hacia las zonas áridas.

Con respecto a la demanda de energía, el Atlántico Sur constituye una fuente ideal, con olas de una fuerza cinética 50 veces mayor de la que se consumía en el mundo, sus mareas son capaces de accionar enormes turbinas y sus variaciones térmicas son controlables mediante el empleo de usinas especiales7.

El control de todos esos recursos le ofrecía a la Argentina una posición inmejorable en el área e incluso una presencia considerable a nivel mundial. Por esa razón, los argumentos de un desvío de la atención pública por parte del régimen militar para "distraer al pueblo" de sucesos internos son simple especulación, opiniones apresuradas, deducciones mezquinas que solo pueden esgrimir aventureros e improvisados. Sostener semejante vaguedad resulta pueril a la hora de evaluar los hechos.

Desde sus inicios como nación la Argentina ha desarrollado políticas expansivas tendientes a extender su zona de influencia. Lo hizo durante sus guerras independentistas, enviando ejércitos hacia los cuatro puntos cardinales, lo mismo en tiempos de Rosas al ocupar el Uruguay, bloquear la tierra guaraní y avanzar sobre dominios del indio o cuando la Generación del 80 arrasó el Paraguay, aniquiló a los caudillos del interior e inició el avance sobre la Pampa y la Patagonia, quintuplicando su territorio.

En el nuevo siglo el máximo exponente de esa política fue Perón quien intentó dar forma a un bloque de naciones destinado a enfrentar a los poderes de turno, a saberse, el mundo capitalista representado por Estados Unidos y sus satélites y el comunista, con Rusia y China disputándose el control. Y para ello no dudó en fomentar golpes de Estado en varios países del hemisferio, instaurar gobiernos afines e infiltrar su ideológica a través de las agregadurías militares y sindicales de sus embajadas, dirigidas desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Confederación General del Trabajo y organismos especialmente creados para tal fin como la Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalizados (ATLAS) y la Fundación Eva Perón.

Una victoria en el Atlántico Sur le hubiese asegurado a la Argentina el control exclusivo de una vasta zona marítima, un espacio de incalculable valor estratégico que hubiese fortalecido su posición, beneficiado su economía y alejado un potencial enemigo de la región.






Notas
1 Unidades navales argentinas, entre ellas el portaaviones "25 de Mayo", el crucero "General Belgrano" y los submarinos "Santa Fe", "Santiago del Estero" y "Salta" penetraron en aguas jurisdiccionales chilenas sin ser detectados, lo mismo unidades de Ejército en Tierra del Fuego y Santa Cruz.
2 La Argentina rechazó también la propuesta papal del 12 de diciembre de 1980 que contemplaba una zona de actividades comunes comprendida dentro de las 200 millas náuticas que el tribunal arbitral internacional le había otorgado a Chile en 1977.
3 Alberto N. Manfredi (h), La política de agresión argentina en el continente, 2017
(https://intervencionamericacentralbolivia.blogspot.com/).
4 Marshall Van Stant Hall, "Argentine Policy Motivations in the Falklands War and the Aftermath" (4ta. entrega), Magazine of the Naval War College of the US Navy (Revista de la Escuela de Guerra Naval de la Armada de EEUU), Nov./Dic. 1983, Vol. XXXVI, p. 300 y ss.
(https://digital-commons.usnwc.edu/nwc-review/vol36/iss6/4/).
5 Francisco Bendala Ayuso, Manuel Martín Anguera y Santiago Pérez-Seoane Álvarez de Toledo, La campaña de las Malvinas, Editorial San Martín, colección Historia del Siglo de la Violencia, capítulo "Motivos para una guerra", Madrid, 1985, p. 12 y ss.
6 Ídem, p. 16.
7 Ídem, pp. 16-18.


Fuente: Malvinas. Guerra en el Atlántico Sur
Autor: Alberto N. Manfredi (h)

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