• Caras de la guerra


    “Un hombre del escuadrón de buzos tácticos, con la cara pintada, camuflaje utilizado para los desembarcos nocturnos, va a continuar su misión: tratar de sofocar algunos focos de resistencia en varias estancias de la isla Gran Malvina”.

Publicado el 05 Febrero 2024  por


   El hombre de la cara pintada es Horacio Núñez, un correntino de Ituzaingó, protagonista directo de la recuperación de las islas, en el amanecer del 2 de abril.

 

   “Estuve en la toma del cuartel de los royal marines; luego, apoyamos al grupo que luchaba en la casa del gobernador y después embarcamos a los prisioneros ingleses”, evoca el por entonces cabo primero, hoy suboficial retirado.

 

   Con la revista en sus manos, Núñez se sumerge en aquella mañana en la que el fotógrafo de “Gente” Rafael Wollmann lo perseguía en busca del primer plano.

 

   “Como no quería saber nada de una foto, siempre trataba de darle la espalda, pero a eso de las 10, poco después de la rendición, un compañero me llamó, me di vuelta y ahí me capturó”.

 

 

  Núñez tenía 24 años, llevaba 6 años en la Armada y hacía el curso de comandos anfibios cuando, el 28 de marzo, en Puerto Belgrano se subió al buque “Santísima Trinidad”, pensando que se trataba de una operación relacionada con el conflicto con Chile por el canal de Beagle.

 

   “Recién durante la navegación nos enteramos de cuál sería nues­tro destino. El 2, recibimos la orden de desembarcar, de tomar pacífica­mente las islas y de ocupar, como primer objetivo, la radio, para que los pobladores, al despertar, se en­terasen de lo que estaba pasando. Cuando se comprobó que los ingle­ses nos esperaban, se cambiaron los objetivos; por eso atacamos el cuartel de los royal marines, la casa del gobernador, el aeropuerto y el faro. Ese mismo día, volvimos al continente. Cuando quisimos re­gresar para un contraataque, ya no pudimos”.

 

   Para Núñez, el drama empezó después de la guerra, cuando su­frió el rechazo de “una sociedad que tardó mucho tiempo en dar­se cuenta de que los soldados no teníamos nada que ver con aquel gobierno, pero fue tanto el pa­decimiento que llevó a muchos veteranos al suicidio. Después, pasaron los gobiernos; unos no hicieron nada, otros un poco y el de ahora bastante más, con un re­clamo más fuerte”.

 

   Casado con una uruguaya y padre de un hijo, el buzo correntino de la cara pintada hace 30 años que vive en Bahía Blanca.


 

Fuente:1982malvinas.com

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